miércoles, 25 de febrero de 2009

El Presidente del desempleo

Raúl Rodríguez Cortés
Gran Angular
18 de febrero de 2009

El historiador Lorenzo Meyer recuerda en su libro El espejismo democrático que el 6 de julio de 2006, entre las crónicas que consignaron el triunfo de Felipe Calderón con 0.58% más votos que AMLO, la del reportero de Milenio Diego Osorno relataba que en el festejo realizado en la sede nacional del PAN, una diputada de ese partido gritaba eufórica y soez: “ ¡Se acabó el “primero los huevones!, ahora vamos a darles un empleo y a ponerlos a trabajar”.
Osorno no identificó en su relato a la legisladora que, oculta en el anonimato de la multitud, se burlaba del adversario político que proponía y propone que “por el bien de todos, primero los pobres”. Con sus gritos mordaces no sólo hacía alarde de la pretendida superioridad moral de la que históricamente se cree poseedora la derecha mexicana. También mostraba, penosamente, su profunda ignorancia del problema social del país.
Razonamientos como el relatado suponen que los pobres, los huevones —como son llamados por la panista de la crónica de Osorno— son por naturaleza reacios a trabajar y niegan que, la mayoría de ellos, laboran de sol a sol sin poder remontar su miseria o emigran a Estados Unidos donde encuentran el trabajo que aquí les falta.
Quienes creen que los pobres son unos huevones, son incapaces de entender que es la desigualdad la principal causa de la pobreza y ésta es un problema del orden social imperante, no del carácter del individuo.
Con esos criterios, cualquier política social y/o de empleo están condenadas al fracaso. La de empleo de hecho ya lo es. Fue bandera de Calderón, quien se vendió a sí mismo como el Presidente del empleo, pero pasará a la historia como el Presidente del desempleo.
Hasta su gris secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, el mismo que en octubre pasado decía que era ocioso armar planes de contingencia ante una crisis que no nos había tocado, reconoció el lunes que este año se perderán 300 mil fuentes de trabajo formales y, para no variar, se quedó corto, pues sólo en enero pasado se perdieron 128 mil empleos, con lo que el número de desocupados en el país supera ya los dos millones.
Instantáneas
1. ¿OPTIMISMO O NEGACIÓN? Felipe Calderón insiste que al finalizar agosto próximo estaremos remontando los efectos más perniciosos de la crisis. Los economistas han esbozado cuatro escenarios probables de su duración y efectos. Calderón se ha ubicado en el más optimista y menos probable en opinión de los especialistas. Ojalá que se equivoquen y queden como malvados catastrofistas. Porque si no, quedará claro que es tal la desesperación del gobierno que ya no está en capacidad de leer correctamente la realidad o de plano prefiere negarla.
2. MENTIROSOS. El 31 de marzo del año pasado, a propósito del diagnóstico de la industria petrolera que hizo la Secretaría de Energía antes de presentar la iniciativa que proponía abrir a la inversión privada y extranjera la perforación de pozos en aguas profundas del Golfo de México, únicas con las que el país podría recuperar su potencial productivo, le comenté aquí que el ex director de Pemex Francisco Rojas aseguraba que sólo se había estudiado entre 20 y 30% de las áreas del territorio nacional en las que podrían existir hidrocarburos, y que Chicontepec, en la frontera de Veracruz y Puebla, era un yacimiento que ofrecía un gran potencial. EL UNIVERSAL confirmó ayer que precisamente en Chicontepec existe un yacimiento de 139 mil barriles de petróleo (3.8 veces más que el histórico de Cantarell), pero que no hay tecnología para extraerlo en su totalidad. El líder del PAN, Germán Martínez, salió ayer con la vacilada de que con la reforma petrolera de Calderón podríamos extraer ese petróleo. ¿Qué no entendió que no hay tecnología para ese tipo de yacimientos ni en México ni en el mundo?
(rrodriguezangular@hotmail.com)

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