viernes, 29 de mayo de 2009

¿Qué quiere decir el voto nulo?

La discusión sobre el voto nulo cada vez se va a poner más estridente y ruda. De un lado dirán que anular el voto es no apoyar el esfuerzo del gobierno por hacer lo que hace (no sé que sea eso), por el otro lado dirán que anular el voto es hacerle el juego a la derecha porque en realidad los votantes nulos ¿tienden a ser de izquieda? Pero claro no dicen en ese camino que la izquierda es esta izquierda la de los porros del PSD y Alberto Begné, la de la niña chef de Jesús Ortega, la de Gertz Manero en Convergencia, y la renovación iluminadora de Porfirio Muñoz Ledo (claro que no es que él le haya hecho el juego a la derecha declinando en favor de Fox su candidatura). Esa es la izquierda que nos dicen puede pagar los costos del voto nulo. Me preocupa que si otra vez compramos el discurso de "Echeverría o el fascismo", vamos a terminar, con eso, con Echeverría (seguro que Carlos Fuentes se arrepiente).¿Por qué diablos del PRD no debe de pagar los costos de tener la peor campaña que se ha hecho en la historia de nuestro país? ¿Por qué si somos de izquierda no podemos ser exigentes con la izquierda?

Lo importante del voto nulo es que quiere decir algo. Es verdad, no hay claridad total sobre qué quiere decir cada votante, pero tampoco la hay cuando votan por un partido. Unos puede votar porque les gusta el candidato y no el partido, porque les gusta una de sus propuestas y no las demás, porque quiere votar contra otro, etc. Digamos que votar siempre es una expresión ambigua de preferencias. En el caso del voto nulo, no será novedad.

Lo que sí quiere decir algo, (así como algo quiere decir que al PRI le vaya bien, o al PRD mal) es que haya más gente que antes que quiera hoy anular su voto. En el 2000 fueron 1.73% de votos nulos, en el 2003 fueron 3.37%, en 2006 2.51% en esta elección no sabemos cuantos serán, pero la cifra de 10% publicada en la encuesta del Reforma de hoy no suena descabellada. Con que eso se convirtiera en 5% algo querría decir. Podemos especular mucho lo que eso querría decir, pero descartarlo simplemente porque no es el método tradicional de expresar preferencias es hacer caso omiso a un fenómeno que por lo menos es más interesante que las muy malas campañas políticas.

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